viernes, 26 de octubre de 2012

Otoño...


Otoño... me gusta el otoño.... los colores cálidos, amarillos, ocres, rojos, marrones... me gusta la combinación lluvia-sol frecuentemente alterada por el viento... los días se empequeñecen, las noches se alargan... En la naturaleza todo se prepara para su largo sueño de invierno, placentero, reparador, que permita despertar en primavera con un nuevo estallido de alegría, de vitalidad, de color... 
En  otoño, los árboles permiten a sus hojas retornar al suelo y empezar un nuevo ciclo; el viento las acaricia y las lanza cual baile en plena fiesta de celebración.  Las ramas, exhiben su desnudez escuálida y grisácea con la pacífica espera de que la primavera las cubra de nuevo,... y mientras tanto, miran al cielo, gris también, a causa de las nubes plomizas que descargan  el chaparrón ante la mirada implorante de los niños que juegan en el parque, de los viejos que sumidos en el recuerdo de la recolección de la cosecha asoman la lágrima nostálgica de un pasado que se fue y no volverá, de un amor que, aunque limitado en el tiempo, perdura eterno en el corazón... porque en el otoño de la vida, la espera del invierno deviene pacífica, serena, tranquila, sosegada.... porque cuando se ha vivido y amado en plenitud el invierno no es más que la espera de una nueva primavera.

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