viernes, 5 de julio de 2013

L'esprit de L'escalier


"L'esprit de L'escalier colpisce quando ti rendi conto di essere arrivato fino in fondo alle scalle e di non avere detto tutto quello che avresti voluto dire. Sono i momenti in cui ti vengono le battute migliori, le risposte più argute e... non sei più in tempo per pronunciarle". (Paola Calvetti. Noi due come un romanzo; p.34)

Me resulta difícil recordar si alguna vez he podido ¿disfrutar? de este espíritu. Para comprender mejor su significado, como es habitual en mí, recurro al diccionario y a sus distintas acepciones y explicaciones.
"L'esprit de L'escalier", del francés: "El ingenio de la escalera". Es una expresión que describe el acto de pensar en una respuesta ingeniosa cuando es demasiado tarde para darla. Este fenómeno viene generalmente acompañado de una sensación de pesar y arrepentimiento, una "consciencia intranquila". La frase se utiliza cuando nos viene a la cabeza un insulto o una réplica ingeniosa  demasiado tarde, cuando ya estamos bajando la "escalera de la tribuna", habiendo perdido la oportunidad de lanzarlo. Data de la época en que la palabra "esprit", que significa espíritu o mente, se usaba para designar "ingenio".
Intento repasar mis conversaciones, las superficiales pero también las profundas, las importantes, las decisivas, aquellas que, en una relación, pueden inclinar la balanza hacia una reconciliación o hacia la ruptura definitiva... Y no recuerdo nunca la sensación de quedarme sin decir lo que tenía que decir en el momento apropiado... Quizá es que nunca fui muy dada a prepararme discursos pensados previamente para, si el momento así lo requería, no dejarme nada en el tintero. Quizá es que en mi forma de entender las relaciones con los demás, aunque algunas veces pasen por momentos difíciles, no llevan adjuntas la modalidad de discurso a base de "palabras-dardo" cuyo único objetivo es acertar el centro de la diana y apuntar donde más duele. Quizá es que en mi diccionario propio, aquel  que vas formando con el paso de los años y el cúmulo de experiencias y saberes, los insultos y las formas ingeniosas para herir al otro no forman parte del vocabulario adoptado... y si, pensándolo detenidamente puedo asegurar que en mi vida nunca he tenido necesidad de "vomitarlas" posteriormente.
Creo que en mi vida  siempre he dicho lo que tenía que decir en el momento que así lo requería, es más, siempre he pensado, después de alguna conversación delicada, que si en el momento no surgió esa palabra, esa expresión, comentario, pensamiento, idea... quizá es porque no tenía que decirla.
Además soy de las que pienso que no es imprescindible quedarse con la última palabra o ... más bien creo que la mejor palabra es la que queda sin decir.
Me viene a la mente un dicho que corre por ahí que dice más o menos así..."no digas nada de lo que luego te tengas que arrepentir"... Y es que las palabras significan, y por su significado se convierten, en ocasiones, en armas de doble filo... 
¡Qué pobre es la inteligencia humana que utiliza la palabra para destruir o provocar dolor en la otra persona! ¡Qué tristeza la de las personas que llevan en su vocabulario propio palabras de destrucción y violencia! Y sin embargo... ¡Qué bendición para el mundo esas personas que en su laboratorio interior transforman las palabras-dardo recibidas en palabras -semilla  preparadas para sembrar amor! Porque no sé si os habéis fijado, pero esas personas existen... sólo hay que utilizar la mirada profunda para percibirlas.