domingo, 28 de mayo de 2017

Aunque el olivo olvide su aceituna...



¿Quién me iba a decir a mi que un día le encontraría una aplicación personal a esta frase del cántico de Habacuc (Ha 3, 17)?
Resulta curioso comprobar como, en momentos concretos, versículos o fragmentos de la Biblia tantas veces rezados cobran un nuevo sentido, adquieren un significado distinto, como intentando dar con una situación concreta.

Últimamente, esta frase vuelve a mí con cierta insistencia como intentando darme la respuesta a próximas decisiones que debo tomar en el rumbo de mi vida.
Y es que... ¿cómo conservar una llamada "amistad", cuando a la persona "amiga" la consideras causa de tu malestar profesional? ¿se puede salvar una cierta relación amistosa cuando te has sentido descalificada por esa persona?  Ese es mi combate interior en estos días.

Estoy de acuerdo, las dificultades profesionales se superan todas. Tardaremos más o menos ya que en ello va la estabilidad económica y también la capacidad para subsistir.... pero siempre sale el sol por algún lado... y si no es éste, será otro trabajo.

Pero las dificultades relacionales son un poco más difíciles de encajar y más, cuando una no es consciente de haber provocado esas situaciones difíciles,... cuando, de repente, se te caen encima como un jarro de agua fría no viéndolas llegar... al menos, no hasta el punto de tener que tomar una decisión drástica como es el cambio de trabajo. Mentiras no contrastadas, descalificaciones injustas, falsas afirmaciones toleradas, acusaciones directas sin conocimiento de causa, silencios acusadores... ¿sensación de impotencia? Siiiiiii!!!... Mucha!!! ... y no sólo de impotencia!!!

De verdad, ... después de pasar por momentos así,  cuando tus propios compañeros y tus superiores directos te consideran  una amenaza y una carga y no son capaces de ver todo el tiempo invertido, el trabajo realizado y los éxitos cosechados... es momento de decidir.

Y decido.

Decido MIMARME, no dejando que esas falsas acusaciones lleguen al fondo de mi corazón. Abro el paraguas y dejo que caiga el chaparrón. Protejo mi ser, mi yo profundo para que no se vea malherido.
Decido MOVERME, dar un nuevo paso. Convertir todas estas dificultades en una nueva oportunidad... ¿por qué no aspirar a algo mejor? ... y si ya es el tiempo, .... empezar a hacer realidad mi sueño... que está... pero por llegar.
Decido REINVENTARME o, al menos, poner los cimientos para que ello sea posible. Hacer algo nuevo, totalmente distinto a lo que hecho hasta ahora... si no es posible... ¡Tampoco me frustaré! Seguiré caminando.
Decido PERDONAR. Sí, y éste es mi combate interior. Quiero perdonarte, amiga, pero me has herido verdaderamente. No necesitaba palmaditas en la espalda cada vez que algo salía bien (fueron muchos momentos porque hemos conseguido grandes cosas en estos dos años), ni tampoco esas expresiones de "alabanza" por todo lo bien hecho (ahora me doy cuenta que eran superficiales), ni siquiera tu apoyo si la ocasión no lo permitía... No, necesitaba  tu pensamiento crítico,  tu contraste de información, tu objetividad, ... y esto, ... no lo he tenido. Y ahora, cuando se produce el desenlace... ¡Silencio! Como dando a entender que la causa de toda la situación generada soy yo, que todo mi proceder ha estado equivocado.

Pero... ¿sabes? me voy tranquila. He analizado una y mil veces mi responsabilidad directa en esta situación. El tiempo pone las cosas en su sitio... ¡y a las personas también!.

Con los demás, mi relación era estrictamente profesional y... no me duelen. Pero me quedas tú. Porque cada vez que veo tu olivo en mi terraza, vuelvo a pensar en ti. Hace algo menos de un año que me lo regalaste y para mí fue muy significativo por toda la simbología que le acompaña: El olivo es considerado un árbol sagrado, como sagrada considero yo una amistad, símbolo de paz, prosperidad y felicidad. Su aceituna es símbolo de bendición divina como bendición es el poder gozar de la compañía y el apoyo de una amiga; su aceite tiene propiedades reales, nutre, suaviza, impregna, permanece, conserva, brilla, es portador de luz y calor, calma y pacifica, depura y limpia... propiedades que, para mí, también tiene una  amistad verdadera sobre las personas que la disfrutan.

Pero si el árbol olvida su fruto... si el olivo olvida su aceituna... ¿en qué se convierte?

Bueno pues, ... aunque el olivo olvide su aceituna... "yo exultaré con el Señor, me gloriaré en Dios, mi Salvador" (Ha. 3,18)... Él es el que me dice:  perdona a pesar de todo: "Perdona, hasta setenta veces siete" (Mt. 18, 22) ...