jueves, 16 de mayo de 2013

¿kasachiki?


También podría titular este post como "Reflexiones desde el camino" pero, después de unos instantes de duda he preferido dejarlo como está ya que el sentido de este saludo tan especial es el centro de mi reflexión personal en estos últimos días.
Y es que, pienso muchas veces en ello, sobre todo, cuando viajo en metro o en autobús por la ciudad o, simplemente salgo a caminar por la calle y estoy un poco atenta a lo que sucede a mi alrededor. Ojalá sea yo la única pero, por lo que percibo creo que es una cuestión general..., sino social.
Y mi reflexión me lleva una vez más a caer en el "topicazo" que muchos "gurús" de la comunicación  han acuñado como leiv-motiv de sus distintas intervenciones ante un gran público preocupado por las muchas preguntas y sediento de muchas más respuestas  ante los "problemas de comunicación surgidos en la sociedad actual". Me refiero a la expresión: "en la era de la comunicación existe mayor incomunicación que en ningún otro tiempo".
¡Vaya paradoja!, pero es que .... a mi pobre entender los medios facilitan la comunicación pero no la crean... entonces, quizá el problema, tenga otra raíz... y quizá, la raíz puede ser el ser humano mismo. Necesitamos con urgencia recuperar la sencillez (y a la vez  la grandeza) de ser personas y relacionarnos como tal. 
Y las personas que se creen que lo son van por la vida con confianza, mirando al otro como prójimo, como igual, no lo ven como un rival o como el enemigo que acecha.
Las personas que se lo creen aceptan su vulnerabilidad y la protegen pero no en demasía, y mucho menos con  miedo a ser heridos o sentirse atacados.
Las personas que se lo creen superan los avatares de la vida con elegancia, levantándose tantas veces como sea necesario, siempre una más de las veces que han caído.
Las personas que se lo creen no hacen de sus vicisitudes un canto al victimismo sino que viven sus derrotas como una muestra más de su hacerse diario.
Las personas que se lo creen están convencidas de que su vida no es en vano, y de que su objetivo es construir en vez de destruir, ayudar en vez de entorpecer, hacer el bien en vez de perjudicar, colaborar en vez de automarginarse, ... en fin, las personas que se lo creen son muy conscientes de que su origen y su fin es el mismo que el de todos los demás de su especie, de que no son más ni menos  y por eso hacen del respeto, la sencillez y la humildad el estandarte de su bandera que lleva como fondo el blanco de la paz.

Vuelvo al camino. Hace tiempo ya, un día, alguien me saludó de la siguiente manera "¿KASACHIKI? ¿JAMAYA PIA?... La verdad es que me sorprendió tal saludo pero no caí en la desconfianza. Sabía que un insulto no era, ante todo por la persona que me lo traía, pero  el no entender lo que te están diciendo provoca en uno una especie de desazón e incomodidad que es muy difícil de disimular. Minutos después llegó la aclaración:
¿Kasachiki? ¿Jamaya pia? es la forma que los indios Pemones de la Península de Guajira, en Venezuela,  utilizan cuando se encuentran.  Pero es un saludo que conlleva  algo más que nuestro "hola" habitual cuando dos personas se encuentran en el camino. Era el ritual sencillo de un encuentro que suponía "tomar contacto" con la otra persona, mirarla a los ojos y preguntarle ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?, pero no por cumplido, o por salir del paso sino desde dentro. No lo que, algunas veces, hacemos  como mero formalismo de la "buena educación" sino desde el fondo del corazón. Es un saludo que significa encuentro con lo que la otra persona lleva por dentro y ... desde dentro.
Y, una vez más volvemos al camino, dos palabras, ENCUENTRO y CAMINO. Dos palabras que significan por ellas mismas. Dos personas se encuentran cuando van de camino, por el mismo camino.
 Muy relacionado con esta idea, en otra ocasión leí  cómo se saludan dos personas en la cultura china  cuando se encuentran:  NI HAO MA, WAN AN. No es éste tampoco, un saludo que corresponda simplemente a “Buenos días”, “Buenas noches”, ¿Cómo estás?. Sino que se preguntan: ¿De dónde vienes?, ¿A dónde vas?... y si uno quiere dar una respuesta concreta la da y sino responde “Vengo del norte y voy al sur”. Este saludo añade un "plus"  a la idea de encontrarse en el camino. Ante todo el saludo como  signo de respeto hacia la otra persona y después el uso de la libertad en la profundidad de la respuesta que estemos dispuestos a dar.

Vuelvo al camino, pero quizá esta vez me despierto de mi propio "enmimismamiento" y me doy cuenta de que al camino lo ha desplazado la calle, de que la suavidad de la tierra mojada ha sido sustituida por la dureza del negro asfalto, el trinar de los pájaros por el pitido agudo y ensordecedor  de los semáforos y los bocinazos roncos de los automóviles, la brisa del viento norte al atardecer por las bocanadas de aire maloliente que desprenden las alcantarillas en la plena sequedad del mes de julio, el encuentro con el caminante solitario y solidario que acompasa sus propios pasos con el latir de su corazón por la multitud de transeúntes acelerados y cabizbajos que portan sus múltiples preocupaciones y sufrimientos en las elegantes carteras que sostienen en su puño cerrado...
¿Quién se atreve, en estas condiciones, a levantar siquiera la cabeza para expresar un ligero gesto de humanidad?... Y sin embargo, creo que es urgente y apremiante recuperar desde los detalles sencillos no sólo al ser humano sino al "ser persona".
Decidme, ... ¿Quién da conmigo el primer paso? o, ...  mejor aún ¿quién sabe de alguien que haya dado el primer paso para que yo me una a la causa?

Una vez más, vuelvo al camino, al mío,  con el propósito firme de que todo caminante que me encuentre se lleve al menos un "¡que tengas un buen día, caminante!".

Y sigo caminando.

miércoles, 1 de mayo de 2013

¿Qué hay en tu fondo de ALMARIO?


Cuando llega el cambio de estación suele haber también  lo que los estilistas y "personal shopper" llaman cambio de fondo de armario. Y no voy a entrar en distinción de géneros porque cada vez es más frecuente en ambos.
Un cambio de armario conlleva revisar la ropa, calzado y complementos del año anterior y ver lo que ya ha pasado de moda, lo que  no se lleva desde hace años y sigues conservando, lo que está viejo pero guardas con cariño y lo que  no quieres porque sencillamente ha dejado de gustarte. 
Si por casualidad os interesa el tema, os invito a que hagáis un recorrido rápido por la red y observaréis que existen cantidad de páginas, blogs y demás, ofreciendo los mejores consejos, paso por paso,  para llevar a cabo dicha encomienda con éxito. Esto es un ejemplo:
1. Aprovechar para deshacerse de prendas
2. Hacer un inventario con las prendas que guardemos.
3. Doblar bien la ropa para que no adopte formas ni dobleces extrañas
4. Embalar bien par que no se estropee.
5. Las prendas largas, mejor colgadas de perchas con botones y cremalleras abrochados. Protegerlos con fundas.
6. El calzado, mejor guardado individualmente.

Y yo me pregunto ... bueno... y todo esto ¿para qué?. En el armario guardamos una parte importante de lo que afecta a nuestro aspecto externo. Cómo nos vestimos, cómo nos movemos, forma parte de nuestra personalidad. Es, de alguna manera, cómo queremos mostrarnos al mundo, cómo queremos que los demás nos perciban, cómo queremos resaltar nuestro "ser único".
Sin embargo, es bien sabido por todos que  la personalidad no se agota en la imagen externa, diría más, a mi pobre entender, la imagen externa es la punta del iceberg de nuestro gran mundo interior. Y ¡eso es lo que realmente nos diferencia y nos hace únicos!!!: Lo que hay en nuestro fondo de "ALMARIO". 
Y lo que hay dentro de las personas no es siempre lo mismo, ni en cantidad ni en calidad. Todas las personas no valen lo mismo por dentro. En las almas ocurre como en los armarios, las hay vacías y llenas, que guardan objetos de valor o meras baratijas, limpias y sucias, ordenadas y desordenadas, ... las hay de todas clases y de los colores más variopintos: hay almas grisáceas, en blanco y negro, con colores pastel o tonos armónicos, contrastes estridentes... también hay almas sin color.
Y, como en los armarios, no estaría de más hacer también, de vez en cuando, cambio, o mejor, limpieza, en el  fondo de nuestro almario. Siempre es bueno hacer inventario de nuestras mejores intenciones, despertar los sentimientos dormidos, recuperar las emociones olvidadas, verificar las heridas curadas, remover los  silencios pesados, revivir los recuerdos entrañables, alimentar las esperanzas truncadas, desterrar los comportamientos agresivos, mejorar las relaciones superficiales, ...
De vez en cuando... quizá muy de vez en cuando, es bueno revisar nuestro fondo de aLmario. Eso sí, cada uno el suyo. Aquí no sirve que otros lo hagan por ti. 

Y tú... ¿Has pensado alguna vez que hay en tu fondo de ALMARIO?