sábado, 28 de septiembre de 2013

Hogar...dulce hogar


¿Es la casa un hogar? o ... cuando una casa se transforma en hogar.
Una vez leí un pequeño libro que se titulaba "La intimidad". No recuerdo el autor, pero me pareció interesante el significado simbólico que proponía para cada parte de la casa, hasta el punto de que intenté hacer un pequeño proyecto artístico con uno de mis grupos de alumnos.
El fragmento dice lo siguiente:
"La casa es el escenario donde se desarrolla la vida familiar. ENTRAR EN NUESTRA CASA ES ENTRAR EN LA INTIMIDAD DE LOS NUESTROS. La casa nos acoge frente a la extrañeza y la agresividad de lo de fuera. La casa se nos manifiesta  como lo definitivo, lo permanente; en los demás sitios, en cambio, estamos de paso, aunque nuestra estancia pueda ser más o menos duradera, siempre es un paréntesis que hay que cerrar volviendo a casa. NUESTRA CASA ES UNA PROLONGACIÓN DE NUESTRO  YO; en ella están plasmadas materialmente muchas elecciones, ilusiones, deseos que son parte importante de nuestro itinerario biográfico. Los libros de una estantería nuestra no son unos libros cualquiera, sino que han sido entresacados de entre miles, llevan la marea de nuestras preferencias intelectuales. Los cuadros, con quienes mantenemos una relación estética anuncian también nuestros gustos artísticos muy concretos. El diseño de los muebles atestiguan si nuestra personalidad es sencilla o barroca, elegante o vulgar; y así podríamos ir hablando del lenguaje de las telas y de los tapizados, de las alfombras, de los objetos decorativos: todo está diciendo algo de nosotros. Por eso, ENTRAR EN EL HOGAR ES ENTRAR EN NOSOTROS MISMOS".
A mi me gusta añadir, PERMITIR ENTRAR EN  NUESTRO HOGAR ES OFRECER CONFIANZA, COMPARTIR INTIMIDAD.
En una conversación mantenida con un conocido que se acababa de cambiar de casa me dijo.... "¡Ufff, esta casa todavía no es un hogar!"
Y es verdad,  una casa no se transforma en hogar hasta que la haces tuya, te familiarizas con ella, te sientes a gusto en su interior, te da seguridad y a la vez te procura refugio, ... El hogar es donde eres más tú mismo, donde aflora el verdadero ser, el de andar en zapatillas...Y si en ese hogar no habita solamente un "yo" sino que está acompañado por un  "tú" que se transforma en "nosotros"  el hogar se convierte en la morada de la felicidad por excelencia, donde el tocar el "cielo con los dedos" forma parte de la cotidianidad de la vida.
Hablando de estos temas una vez alguien me preguntó "¿Cómo es tu hogar?" (evidentemente, hablando en sentido metafórico, refiriéndose a,... quizás, mi interior). No os voy a decir aquí cómo percibo yo "mi hogar", pero sí me gustaría compartir una aproximación a lo que me gustaría que fuera. Allá voy:
Mi hogar sería algo así como...
Un lugar con mucha luz, con ventanales grandes, bien abiertos para que pueda entrar el sol, el aire, la luz, la vida...
Un lugar acogedor, cálido, silencioso pero con "hilo musical" en armonía con mi vida,
un lugar de confianza, de secretos y miradas que hablan  más que las palabras,
un lugar de reciprocidad, de encuentro.
Un alto en el camino donde llegar y descansar, recuperar fuerzas y seguir caminando.
Un espejo que refleja la paz y la armonía interior de las personas que en ella habitan.
Un fuego para calentar el corazón destruyendo el rencor,
una música para relajar el espíritu, una balada romántica susurrada en el oído del alma.
Una mesa preparada con la sencillez del cariño sincero y el regusto del manjar condimentado con las especias de la paciencia  y la dulzura.

Si, mi hogar será aquel donde todos los que lleguen  serán bienvenidos y puedan exclamar en la intimidad de su corazón, ... "hogar, dulce hogar" porque así lo sienten aunque estén de paso. Si, ese quiero que sea mi hogar.
Que ¿cuándo será realidad? Ummmm.... muy posiblemente en la morada eterna... mientras tanto....


domingo, 15 de septiembre de 2013

Cuando se me caen los ceros...

...a partir del punto!

Bueno pues ... aquí estoy de nuevo después de esta larga ausencia. ¡qué "malqueda" soy!!!
Antes de empezar con mis divagaciones quiero pedir disculpas a todos aquell@s que me siguen  más o menos asiduamente  porque durante todo el verano el blog estuvo prácticamente inactivo. Disculpadme, ha sido un verano de muchos cambios tanto externos como internos y he tenido que ajustar muchas cosas en mi vida. Ahora, en septiembre, las cosas vuelven casi a la normalidad, aunque ante una realidad distinta, nueva, atrayente pero exigente, ilusionada pero prudente...y, como dice el poeta, "caminante no hay camino, ... se hace camino al andar".
Pero no me quiero desviar del tema y me parece importante  empezar este nuevo recorrido AGRADECIENDO, porque no puede ser de otra manera.
Durante este verano he tenido permanentemente una imagen en mi cabeza: la de la "riqueza",  y una frase en mis labios que se repetía con cierta frecuencia, algunas veces dicha con cierto humor, otras con indignación: "se me caen los ceros a partir del punto". Intento explicarme: Todo empieza a principios  de verano gozando de unos días del calor de la familia en Marbella, todo lujo y glamour a mi alrededor, pero ... ¿qué hago yo aquí? me preguntaba internamente una y otra vez, vamos, realmente como pez fuera del agua. Continuamente aparecían en las distintas conversaciones a lo largo del día "los ceros después de punto"... (y no hablo solamente de  las unidades de millar, sino también de las de millón). Observando mi alrededor, estuviere donde estuviere, coches, apartamentos, yates, fiestas, reservados, mirase donde mirase, en mi imaginario personal sólo se representaba una y otra vez el símbolo del euro como el dólar en los ojos del tío Gilito en los cómics de cuando era niña, y le repetía al anfitrión de la casa que me acogía "..., esta gente puede gastarse en un minuto lo que yo gano en todo un año". Decididamente este pequeño espacio de tierra me viene grande,¡más que grande!. Yo pertenezco a otro mundo, el mundo pequeño... digamos... el que se mueve en las centenas y, en algunos casos, con mucho esfuerzo y un golpe de suerte, en las unidades de millar.
Pero, como decía arriba, mi verano ha sido un "verano de contrastes" y después del lujo de Marbella viajé a mi Galicia natal, a re-encontrarme conmigo misma; a re-ordenar mi yo más íntimo; a re-gustar la paz interior allí donde tiene su reino la exterior;  a re-tornar a la sencillez allí donde lo sencillo es la vida misma, el tiempo de las estaciones y las cosechas, la importancia de las cosas del cada día; a re-orientar el encuentro personal con el tú y con el Tú.
Sí, cada paso que doy en mi vida estoy más convencida, pertenezco al mundo pequeño. Pequeño sí, pero inmensamente rico en sabiduría, en belleza, en cariño, en comprensión, en lealtad, en admiración, en superación diaria, en respeto hacia la otra persona, en compromiso... podría seguir...
Y en ese mundo hay algo de lo que sí puedo presumir y además, con mucho orgullo: de llegar en número más allá de las centenas de billón, ¡sí, incluso más!, (se le pueden añadir tantos ceros como creáis conveniente hasta llegar al infinito)... y aquí sí que no dejo caer ni uno, los conservo todos. Y ese algo es el AGRADECIMIENTO.
En estos dos meses de verano he podido sentir, hasta físicamente el cariño sincero,  el apoyo incondicional y el respeto protector de los que me rodean y de los que sigo gozando cada día, infinitamente. 
Los que me conocen saben que es un momento importante en mi camino y están ahí, y siguen ahí, con la prudencia y la distancia justa para no invadir mi espacio, pero siempre pendientes de cubrir mis necesidades cuando algo necesito... Y dejadme que os lo diga chic@s ¡me hacéis sentir tan pequeña... pero a la vez tan grande! Las dos cosas, pequeña y grande y no son incompatibles más bien en este momento se complementan a la perfección.
Me siento pequeña ante tantas muestras de cariño recibido, gestos de apoyo, palabras de ánimo... me asombro ante la  cercanía de personas que nunca me hubiera esperado y, de igual manera, me sorprendo también de algunas otras con las que creía que podía contar y ... ¡no han estado a la al altura!. He vivido en experiencia propia aquello de "la amistad verdadera en los momentos difíciles se constata", esas personas que no solo permanecen  sino que se activan y se ponen manos a la obra para facilitarte el camino en aras de que la caída sea menos dolorosa, para  ayudar a levantarte si tropiezas ofreciendo su mano, para  caminar contigo el trecho necesario para que te sientas segura, para enseñarte a interpretar las señales más difíciles, en fin, para estar simplemente ahí, cerca de ti, por si las necesitas... Este verano he vivido tal "ola" de generosidad y afecto que me siento abrumada cada vez que lo pienso... y ¡creedme! lo pienso con mucha frecuencia. ¡Y eso es lo que me hace sentir grande... la gratitud, el agradecimiento... y aquí es donde los millones de ceros se me pierden en el infinito y la palabra deja paso al silencio, un silencio "limitante" porque no hay palabra que pueda expresar el sentimiento profundo que llevo dentro. Y lo pienso una vez más, y quiero dejar constancia por escrito y públicamente de mi anhelo y preocupación... ¡Ojalá cuando cualquiera de estas personas me necesite, sepa estar a su lado y ser digna de llamarme amiga, hermana. ¡Me da miedo pensar no saber estar a la altura!
No, no necesito yates atracados en el puerto de Marbella de millones de euros, ni apartamentos de gran lujo de los que disfrutas pocos días al año,  ni coches último modelo con las mejores prestaciones y más velocidad que te hacen sentir libre. Me bastan mis pies para seguir caminando, y "mi gente" para seguir amando.
Y esto va para vosotr@s familia y amig@s, os lo digo con mayúscula gritado a los cuatro vientos: 

GRACIAS POR ESTAR AHÍ, POR VUESTRO CARIÑO Y APOYO.
GRACIAS POR PERMANECER. 
OS QUIERO.