domingo, 28 de abril de 2013
Con pies descalzos ...
Camino, caminar, movimiento, pies, zapatos, calzarse, descalzarse... ¿Felicidad?
Una vez más... esas ideas que llevan tiempo "ocupando" mi mente confluyen en una constatación de vida... La felicidad crece a lo largo del camino, en el recorrido de cada día.
A estas alturas, después de "leerme" habréis notado que varias imágenes se repiten con frecuencia en mis posts.
Y sí, una de ellas es el camino... como imagen de nuestro avanzar en la vida. Y nadie lo dice mejor que el poeta..."Caminante no hay camino, se hace camino al andar"... Pero para caminar son imprescindibles los pies y muchas veces, por comodidad y protección, también los zapatos.
En estas cosas pensaba cuando, esta mañana decidí revisar mi portfolio artístico para actualizarlo. Cuando de repente, en la presentación aparece una imagen de mis zapatos pensé... "Ufff!!!, las personas que vean esto ¿qué pensarán?". Digo esto porque, en un principio no parece una muy buena carta de presentación. Si nos ponemos a buscar significados de los zapatos, de los pies... podemos encontrarnos cosas muy alejadas de lo que realmente quiero transmitir con ellos.
Y es que siempre me ha interesado el tema de los zapatos, de la acción de calzarse y descalzarse, pero no desde el fetichismo o la simbología sexual, sino como signo de reverencia y admiración de la otra persona, como acción de "ponerse en el lugar del otro", "to put oneself in someone shoes". ¡Eso sí que es difícil!!!
Y así lo aclaraba en mi portfolio :
"¿Por qué zapatos? Más allá de la simbología sexual o fetichista que podamos adjudicar a los zapatos o al calzado en general me interesan los zapatos en el sentido de las frases más arriba mencionadas, los zapatos como tema de mi obra, los zapatos gastados por el camino y por el tiempo, los zapatos como molde que se adapta perfectamente al pie que me sostiene y me permite moverme y cambiar de dirección, que me permite llegar donde quiero llegar y regresar al más cálido y entrañable hogar... son mis zapatos no como instrumento de uso o símbolo sexual, sino como parte de mi yo y de mi preocupación por mi (el) ser social".
Investigando un poco más sobre el tema me interesé en la relación que existe entre la felicidad y los pies descalzos... otra metáfora sin duda, para mí de las más bonitas o, cuando menos, llamativas. Me explico:
Bienaventurado (cfr. Mt 5) viene de la raíz ASHREI que significa feliz, dichoso, que a su vez viene de la raíz ASHER que significa planta del pie. ¿Descubrió Moisés la felicidad al acercarse a la zarza y escuchar la teofanía: "No te acerques; quítate las sandalias de tus pies porque el lugar que pisas es sagrado"? (Ex 3,5); ¿Alcanzó Ruth la felicidad cuando en la era descubre los pies de Booz y se acuesta a su lado? (Ruth 3,4)
¿Quiso María conquistar la felicidad cuando derramando el perfume de nardo sobre los pies de Jesús los enjugó con sus propios cabellos? (Juan 12,3) o ¿nos demostró Jesús que sólo podemos alcanzar la verdadera felicidad arrodillándonos, lavando los pies al hermano y enjugándolos con la toalla que portamos ceñida a la cintura siguiendo su mismo ejemplo? (Juan 13,5)...
Gestos sencillos, concretos, cargados de emotividad y sentimiento. Gestos que expresan reverencia, amor, humildad, admiración, respeto, sencillez, cercanía, compasión, pero que, manipulados por las muchas veces equivocadas interpretaciones de nuestra herencia cultural, se quedan en meros gestos de significado erótico y sexual con acento casi perverso ... ¿o no?
En nuestra sociedad hablamos mucho del corazón, utilizamos hasta la saciedad la semiología y semiótica visuales relacionadas con todo el campo semántico del amor, desvirtuando muchas veces el mensaje, prometiéndonos la felicidad más completa solamente adquiriendo tal o cual producto, haciendo tal o cual cosa, viajando a tal o cual lugar...
Cuanto más pienso en ello, más me gusta la relación ASHREI, "dichoso", "bienaventurado", "feliz" y ASHER "planta del pie"... porque la felicidad, la dicha, la bienaventuranza no es la pasividad, la quietud, la inactividad, el aislamiento del que espera a que le venga todo dado alentado por falsas promesas en un lado del camino, sino más bien la actividad, el avance, el progreso, la relación, el encuentro del que va en busca de los demás y les sale al camino.
Porque la felicidad es avanzar siempre adelante, mirando atrás únicamente para agradecer el pasado.
Porque la felicidad es relacionarnos con todas las demás personas que nos encontramos y con quienes hemos de aprender a caminar ese trecho de camino, con quienes compartimos nuestros dolores y sufrimientos del momento, sabiendo que el camino es nuestro y aceptando que cada uno tiene el suyo, distinto, singular, único...
Porque la felicidad es caminar al lado del otro, respetándolo y, cuando la ocasión lo permita, ponernos en su lugar y compartir su dolor y sufrimiento con el fin de aliviar su carga.
Porque la felicidad es caminar con los pies descalzos, (al menos, los "pies del alma") como gesto de admiración, respeto, sencillez, humildad, reverencia y amor a los demás, a uno mismo y a Dios.
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