miércoles, 10 de abril de 2013

Tejer la vida misma


Hace ya algún tiempo leí un libro que trataba sobre el arte de tejer... Y ¡lo que son las cosas!, por aquello de la asociación ideas y recuerdos me ha hecho volver a mi infancia ¡cosas de la vida! Y es que ... cuando se ha tenido una buena infancia... todo recuerdo es agradable o, al menos, los malos recuerdos, si hay alguno, quedan solapados  por los buenos... en mi caso es así, ¡será por la memoria selectiva que dicen que tengo!... Pero es verdad, mi infancia, pocos malos recuerdos la habitan y, por el contrario, los buenos afloran constantemente  en mi recuerdo y me hacen "sonreír por dentro".
A lo que iba, hace tiempo leí un libro, no era técnico, ni mucho menos, digamos, una historia novelada, entretenida; pero es en este tipo de libros  donde algunas veces, se me queda "enganchada la neurona" dando vueltas y más vueltas a una idea... hasta que sale algo nuevo. Este proceso puede durar más o menos tiempo, ¡pero siempre sale algo!
En dicho libro cada capítulo iba introducido por los pasos a seguir para  empezar a hacer punto... punto ¡sí!, con dos agujas(gruesas o finas, de metal, madera o plástico), una lana (más o menos bonita, de color o no, fina o gruesa...) y ¡muuuuuucha paciencia!.
Yo aprendí a hacer punto cuando era muy pequeña, me gusta hacer punto, me entretiene, me relaja. Y aprendí "por contagio", mi madre también hace punto y cada vez que pienso en mi madre una de las imágenes que me enternecen es recordarla apoyada en el canto de la cocina, con su delantal atado protegiendo en el bolsillo  el ovillo de lana de la posible suciedad del suelo, una aguja a cada lado y dale que dale, vuelta tras vuelta haciendo crecer su labor hasta transformarla en un bonito jersey para mi padre o una moderna chaqueta para cualquiera de mis hermanas o para mí misma... y ¿por qué no? una bufanda multicolor para protegernos del duro frío del invierno a cualquiera de la familia... Curiosamente, ahora que lo pienso, siempre trabajaba para los demás... pocas veces la he visto tejiendo para ella misma.
Últimamente, desde mi "mundo interior" me he puesto a pensar en la relación tan estrecha que se puede establecer entre tejer un jersey y "tejer una vida"... Y ¡sí! la vida se va tejiendo cada día, minuto a minuto, momento a momento y sólo depende de cada uno  el conseguir finalizar el trabajo, un trabajo bien hecho. No importa la dificultad del punto, con un "punto liso" puede quedar una obra perfecta... lo importante es caer en la cuenta de que nadie puede tejer la propia vida más que uno mismo, como todo el mundo sabe que un jersey no puede ser tejido por dos personas distintas, por mucho que se parezca la forma de tejer, siempre se notará que son distintas manos. Para ser original, cada tejedora teje su obra, cada ser humano su propia vida.
Pues bien, la autora de dicho libro establecía los siguientes pasos para aprender a tejer. Aquí los dejo por si aportan alguna luz par tejer un jersey ... ¡o la vida misma!:
Toda tejedora tiene que empezar en algún momento. He aquí lo que se necesita para iniciar:
  • Un par de agujas: pueden ser metálicas o de madera. 
  • Hilo: ¡El color y la textura dependen de ti!
  • Una aguja de lana y un ganchillo: se utilizarán para el fleco y al terminar el trabajo
1.Reunir el material: 
La elección de la lana tiene unas posibilidades de vértigo: las oleadas de colores y texturas tientan con visiones de un jersey o de un gorro, pero no revelan el duro trabajo requerido. Lo más importante es la paciencia  y la atención a los detalles. También a la buena disposición. El hecho de que suponga un desafío mantiene el interés, pero no elijas una muestra que esté totalmente fuera de tus posibilidades. Escoge siempre el mejor hilo que puedas permitirte y utiliza el tipo de aguja con el que tus manos se sientan más cómodas. Parece increíble que reuniendo una serie de cosas heterogéneas (el hilo suave, las agujas puntiagudas, las instrucciones, el ganchillo para pulir la labor, los elementos intangibles de la creatividad, la humanidad y la imaginación) se pueda crear algo que contenga un pedazo de tu alma. Pero sí puedes...
2. Montar los puntos: 
La única manera de empezar es tomar el hilo entre tus dedos y anudarlo. Se empieza y ya está. En la vida ocurre lo mismo. Aunque no todos los principios son iguales, por supuesto. Hay docenas de maneras de montar los puntos, que varían en función de la habilidad, en el diseño o, incluso, simplemente, en la probada efectividad. ¿Adónde quiero ir a parar con esto? A veces, lo que funciona para una labor no es lo mejor para la siguiente. Tienes que experimentar para ver qué funciona. Sin embargo, sea cual sea el método, existe una similitud: o lo intentas o no. De manera que haz  un nudo corredizo; haz una serie de lanzadas en la aguja y luego utiliza su compañera para atravesarlas y hacer un punto. Montar puntos es tanto una técnica como un acto de fe.
3. Hacer la muestra:
Del mismo modo en que tienes que dar pasitos de bebé antes de aprender a caminar, no puedes empezar tu prenda hasta que no hayas hecho un trozo de prueba. Así pues, haz unos cuantos puntos y compara tu trabajo con el modelo. Comprueba si la medida de tus puntos se corresponde  con lo que tendrían que medir según el patrón escrito. Luego haces las modificaciones necesarias ¿demasiado tirante? Inténtalo con agujas más gruesas. Puede ser que tengas que hacer otro cambio u otra prueba antes de terminar... tus puntos podrían cambiar a medida que vas adquiriendo experiencia. El misterio radica en que dos personas que utilicen agujas del mismo tipo y medida puedan hacer puntos de distinto tamaño y tensión. La magia consiste en que, aún con sus diferencias, ambas pueden crear algo igualmente maravilloso.
4. Del derecho y del revés:
Éstos son los puntos fundamentales de la calceta y la base de toda prenda. El punto del derecho consiste en una serie de lazadas planas y verticales que crean la cara del tejido, y el punto del revés, forma el dorso. Un lado es liso; el otro desigual. El derecho es lo que muestras al mundo; el revés, la suave y nudosa parte interior que mantienes en contacto con la piel.
5. Dominar un punto complicado: 
Resulta emocionante cuando empiezas a ver que la labor toma forma, cuando puedes hacer una pasada  tras otra sin ni siquiera mirarte las manos, cuando pasas del derecho y el revés a los ochos, al punto de cadeneta y a la labor de incrustación. (¡No hay nada como tu primer suéter con diseño de rombos!). Es la recompensa a la perseverancia. No dejes que se te suba a la cabeza ni te estanques en los mismos movimientos; aprende nuevos puntos y comprueba hasta dónde puedes llegar.
6. Soltarlo todo:
Lo único que tienes que hacer es perdonar.
7. Empezar de nuevo:
Toda tejedora tiene un jersey que dejó sin terminar, bolsas de retazos guardadas de las que nunca volvió a ocuparse y ¿por qué? ¿un cambio de moda? ¿un cambio de estación?... Si éste fuera el caso, ¿desharías los puntos y utilizarías el hilo para otra cosa? No, existe una esperanza secreta que te hace conservarlo, soñar que llegarás a hacerlo bien algún día, que lo retomarás y que, por fin, saldrá bien. Que esta vez todas las piezas encajarán. El error es esperar hasta que te sientas lo bastante renovada como para intentarlo de nuevo. Sencillamente, tienes que empuñar las agujas y seguir con ello de todos modos.
8. Cerrar los puntos:
No puedes dejar la prenda confeccionada en las agujas para siempre; al final, va a tener que existir por sí sola, sostenerse por sí misma. El truco está en pasar los puntos unos sobre otros de manera que se pueda sacar la aguja sin que se deshagan.
9. Coserlo todo:
Siempre resulta  más fácil tejer un jersey por partes: la delantera, la espalda, las mangas... La ventaja es que si una de las partes no te sale, puedes dejarla de lado y pasar a otra cosa hasta que estés dispuesta a terminar. No es lo mismo que rendirse: esto es ser lista. Trabaja en la prenda poco a poco hasta que estén terminadas todas y cada una de las partes y entonces podrás montarla. Cósela con una aguja de ojo grande y con una hebra de hilo fino del mismo color haciendo una puntada en cada punto alterno. Nunca supone un error planchar la prenda, colocarla en la tabla y dejar que el vapor elimine las arrugas para que así tenga un aspecto suave y acabado. A veces, lo único que quieres es contemplar las cosas un rato, mantenerlas frescas y perfectas tanto tiempo como puedas.
10. Ponerte lo que has hecho:
Esto puede ser lo más divertido: lucir un original  diseño que ponga de manifiesto tu calma interior. A veces resulta difícil ponerse algo que no parece ni mucho menos prefecto o que no salió como quisieras. Pero tú, póntelo de todos modos; celebra tu esfuerzo y tu talento. Y tu amor. Todas las tejedoras hacen punto con amor, incluso cuando están en los comienzos, coloradas de frustración. ¿por qué, sino, íbamos a crear nada? Sobre todo en un mundo que no necesita nada hecho en casa. No importa si las cosas no salen como tenías planeado. Todo momento es una obra en desarrollo; cada punto realizado te acerca un punto más. Podría ser peor, pero siempre es mejor. Cuando te pones algo que has hecho con tus propias manos, te rodeas de amor, y de todo el amor que hubo antes de ti. Verás, el verdadero logro es estar orgullosa de lo que has hecho. Yo sé que lo estoy. (Del libro: "El club de los viernes" de Kate Jacobs)

2 comentarios:

  1. Dedicado a ti, Isabel, que estás aprendiendo a tejer... ¡y ya te ha enganchado!!!!. ¡Disfrútalo que sé que te gustan mis posts!!!

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  2. Pues hay segunda parte Isa... del libro ... y también del post!!!!

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