Es de noche y miro al cielo...
¡Ahí está! Toda ella, majestuosa, ...en todo su esplendor.
Me encanta mirar al cielo en las noches de verano... con un cielo limpio, donde poder admirar la grandeza del infinito y, a la vez, ¿por qué no? la grandeza también de mi pequeñez humana.... y es que ...¡mirar al cielo me hace sentir tan pequeña y a la vez tan dichosa!
Reconozco que siempre ha ejercido en mí un poder mágico. La luna tiene la facultad de embelesarme y atraerme de tal manera que puedo pasarme horas enteras recostada sobre el duro suelo de una terraza sin más actividad que la de mi imaginación y mi mente... ¡a saber dónde! ... ¡Sí!, por supuesto, en mis sueños, ... en mis esperanzas, ... en mis ilusiones, ... en mis proyectos de futuro, ... en mis amores (los pasados, los presentes y ... ¡los futuros!), ... en mis recuerdos, ¡todos! los alegres y felices pero también en aquellos más tristes y dolorosos, ... en mis reflexiones más o menos profundas...
Es noche de San Juan y en mi vida, el fuego iluminador vence a las tinieblas y restablece mi mirada serena, el agua purificadora sana mis rencores y me devuelve un corazón renovado, el perfume y suavidad de las hierbas campestres ondeadas con la suavidad del viento, embriagan mis sentidos y me transportan a una paz con nada inigualable...
Esta noche, al mirar el cielo, vienen a mi recuerdo una vez más aquellas palabras que Pinocho le dirige a la luna al final del musical: "Luna, tu mi devi fare un ultimo regalo, non mi far decidere da solo, de chi amo sto scappando via. Guarda dentro di me, sto salvando il mio cuore o sbagliando di più?, devi dirmelo tu".
Y espero con ilusión oír la voz silenciosa de la luna que me contesta susurrante al oído: "Mónica hai imparato ad amare, è solo questo il segreto della vita".
..y en mi interior sigue encendida la hoguera, pequeña pero incombustible.
¡Feliz noche de San Juan!
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